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delante... ¿O no son más que rocas para bloquear la entrada?
Cautelosamente y revólver en mano, ambos avanzaron. Nada más se movió, pero bajo
la luz creciente de los haces luminosos, aquellos objetos fueron perdiendo su apariencia
de rocas, y por último pudieran distinguir las venas y el aspecto carnoso y bulboso de
aquellos seres.
Desde luego, pertenecían a una especie nueva. Ham pudo distinguir una hilera de
manchas que parecían ojos, y múltiples patas bajo ellos. Aquellos seres parecían cestos
invertidos, recubiertos de una red de venas, de aspecto fláccido y sin facciones
determinadas, con excepción de un círculo completo de manchas ópticas. Y entonces
pudo ver incluso las pestañas semitransparentes que se cerraban, posiblemente para
proteger a los ojos del brillo doloroso de sus lámparas.
Se encontraban apenas a una docena de pasos de uno de aquellos seres. Tras una
vacilación momentánea, Pat avanzó hacia el inmóvil y extraño animal.
¡Vaya! exclamó . Aquí tenemos algo nuevo, Ham. ¡Hola, amigo!
Al instante siguiente ambos quedaron helados de espanto, completamente dominados
por la estupefacción, el desconcierto y la confusión más profundas. Saliendo, al parecer,
de una membrana situada en la parte superior de aquel organismo vivo, llegó hasta ellos
una vocecita aguda y metálica que repetía:
¡Hola, amigo!
Reinó un consternado silencio. Ham seguía empuñando el revólver, pero aunque
hubiese tenido que utilizarlo, hubiera sido incapaz de hacerlo, pues ni siquiera se
acordaba de él. Se hallaba paralizado; mudo de espanto.
Pero Pat consiguió articular unas palabras:
No es... no es real dijo débilmente . Es un reflejo. Este ser repite como mi eco
cualquier sonido. ¿No es verdad, Ham? ¿No es verdad?
¡Pues... pues... claro! Ham contemplaba fascinado aquellos ojos provistos de
pestañas . Tiene que serlo. ¡Probemos nuevamente! Inclinándose hacia aquel ser,
gritó : ¡Hola! Responde.
El ser respondió:
No es un reflejo.
La vocecita aguda hablaba un inglés perfecto.
¡Esto no es eco! dijo Pat con voz temblorosa, a tiempo que retrocedía . Tengo
miedo gimoteó, tirando de la manga a Ham . ¡Vámonos... en seguida!
El se colocó delante para protegerla.
No soy más que un yanqui pusilánime rezongó pero voy a interrogar a este
fonógrafo viviente hasta que consiga descubrir qué lo hace hablar... o quién.
¡No, Ham! ¡No! ¡Tengo miedo!
No parece peligroso observó él.
No soy peligroso observó el ser colocado sobre el hielo.
Ham tragó saliva y Pat emitió un gemido de horror.
¿Quién... quién eres? consiguió tartamudear Ham.
No hubo respuesta. Los ojos cubiertos a medias por las pestañas le miraban fijamente.
¿Qué eres? intentó de nuevo.
El ser tampoco respondió.
¿Cómo es que sabes inglés? preguntó al acaso.
La vocecilla metálica repuso:
Yo no sé inglés.
Entonces... ejem... entonces, ¿por qué hablas inglés?
Tú hablas inglés aclaró aquel misterio viviente, con bastante lógica.
No pregunto el por qué, sino el cómo. Pat, entretanto, había conseguido dominar
parcialmente su espantosa impresión inicial, y su sagaz espíritu dio con la solución.
Ham le dijo en un agitado susurro , utiliza las palabras que empleamos nosotros.
¡Nosotros le damos el significado de ellas!
Vosotros me dais el significado de ellas confirmó el ser casi como un eco.
Se hizo la luz en el cerebro de Ham.
¡Dios Todopoderoso! exclamó . Entonces, eso quiere decir que podemos darle un
vocabulario.
Tú hablas, yo hablo insinuó el extraño ser.
¡Naturalmente! ¿Ves, Pat? Podemos decir lo que se nos antoje Hizo una pausa.
Vamos a ver... «Cuando en el transcurso de los acontecimientos humanos...»
¡Cállate! barbotó Pat . ¡So yanqui! Acuérdate que ahora estás en territorio
británico. «Ser o no ser... esa es la cuestión...»
Ham hizo una mueca y guardó silencio. Cuando ella hubo agotado su repertorio, él la
relevó:
«Éranse una vez tres ositos...»
Y así siguieron por largo rato. De pronto aquella situación le pareció a Ham
espantosamente ridícula... No era para menos. Allí estaba Pat relatando con el mayor
cuidado el cuento de la Caperucita Roja a un monstruo desprovisto por completo del
sentido del humor, en el lado nocturno de Venus. La joven le dirigió una mirada perpleja al
oír que se desternillaba de risa.
¡Cuéntale el chiste de Fritz y la bicicleta, a ver si se ríe! dijo, medio ahogado por
aquel ataque de hilaridad.
Ella unió sus carcajadas a las de Ham.
No nos riamos, que este es un caso muy serio concluyó . ¡Imagínate, Ham! ¡Vida
inteligente en el lado oscuro! ¿O es que no eres inteligente? preguntó de pronto al ser
que permanecía sobre el hielo.
Soy inteligente aseguró éste . Soy inteligentemente inteligente.
Cuando menos, eres un lingüista maravilloso observó la joven . ¿Te imaginabas,
hace media hora, Ham, que alguien nos iba a dar lecciones de inglés? ¡Es extraordinario!
Al parecer, el temor que le inspiraba aquel ser habíase desvanecido.
Pues vamos a sacar partido de ello sugirió Ham . ¿Cómo te llamas, amigo?
El «amigo» no replicó.
Claro, hombre intervino Pat . No puede decirnos cómo se llama hasta que le
pongamos un nombre en inglés, y eso no podemos hacerlo porque... bien, da lo mismo,
llamémosle Oscar. Ese nombre nos servirá.
Perfectamente. Dime, Oscar, ¿qué eres?
Un ser humano. Soy un hombre.
¿Eh? ¡Que me ahorquen si lo eres!
Esas son las palabras que tú me has dado. Para mí yo soy un hombre para ti.
Espera un momento. «Para mí yo soy...» Ya comprendo, Pat. Quiere decir que las
únicas palabras que nosotros tenemos para designar lo que él se considera ser son
palabras como hombre y ser humano. Bien... ¿Cómo son los de tu familia?
Familia.
Quiero decir tu raza. ¿A qué razas perteneces?
A la raza humana.
¡Vamos! gruñó Ham . Prueba tú, Pat.
Oscar dijo la joven ; tú dices que eres humano. ¿Eres un mamífero?
Para mí el hombre es un mamífero para ti.
¡Ohh, Dios mío! Lo intentó de nuevo Oscar: ¿cómo se reproduce tu raza?
No tengo las palabras.
¿Cómo has nacido?
La extraña cara o cuerpo sin facciones de aquel ser sufrió un ligero cambio. Unos
párpados más gruesos cayeron sobre los párpados semitransparentes que protegían sus
numerosos ojos; diríase que el extrañísimo ser... meditaba, frunciendo el ceño.
Nosotros no nacemos dijo con su vocecilla.
Entonces... ¿semillas, esporas, partenogénesis? ¿O tal vez desdoblamiento?
Esporas respondió el misterio viviente y desdoblamiento.
Pero...
Pat hizo una pausa, Se rendía. En aquel momentáneo silencio les llegó el aullido burlón
de un triops desde un punto muy lejano situado a su izquierda, y ambos se volvieron
involuntariamente para mirar. Involuntariamente se hicieron atrás, aterrorizados. En el
mismo límite del haz luminoso de sus lámparas uno de aquellos diablos hilarantes se
había apoderado de lo que sin duda alguna era un semejante del ser que tenían frente a
ellos, y se lo llevaba. Para mayor horror, los restantes permanecían agazapados con la
mayor indiferencia frente a sus madrigueras.
¡Oscar! chilló Pat . ¡Que se llevan a uno de los tuyos!
El disparo del revólver de Ham la interrumpió de pronto, pero el tiro no dio en el blanco.
¡Esos diablos!... articuló Pat . ¡Se han llevado a uno! El extraño ser no hizo el
menor comentario . ¿Es que eso no te importa, Oscar? ¡Han asesinado a uno de los
tuyos! ¿No lo entiendes?
Si.
¿Pero... es que eso no te afecta en absoluto? Pat empezaba a experimentar una
cierta simpatía por aquellos seres, que le parecían casi humanos, por el hecho de poder
hablar . ¿Es que eso no te importa?
No.
¿Pero que son esos diablos para ti? ¿Cómo les dejáis que os asesinen?
Nos comen dijo Oscar con placidez.
¡Oh! exclamó Pat, horrorizada . Pero... pero por qué vosotros no...
Se interrumpió, al ver que Oscar retrocedía con movimientos lentos y metódicos en
dirección a su madriguera.
¡Espera! le gritó . ¡Aquí no vendrán! Les asustan nuestras luces...
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