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dijo Elliot . Incluso los antiguos hindúes lo tenían mejor. ¡Al menos ellos no
permitían que sus vacas sacras gobernaran naves espaciales!
Muu mugió la vaca muy sensatamente . ¡Muuuuuuu!
¿Es que no se da cuenta? ¡Las está ofendiendo!
Mire dijo Elliot, asqueado . Si no le importa, ¿podría echarle un vistazo a su
equipo de comunicaciones? Como ya he dicho, es posible que consiga ponerme en
contacto con mi cuartel general de alguna manera.
Tendrá que hablar usted con la oficial de comunicaciones dijo muu-Bob,
señalando a una vaca pequeña que se hallaba junto al tablero de control . ¡Teniente
Elsie!
¡Muu! respondió la teniente Elsie.
¡Eh! ¡A ella parece no importarle! dijo Bill . Ponte a ello, Elliot.
Elliot así lo hizo, a la vez que sacudía la cabeza. Mientras se dedicaba a manosear
cables y computadoras para formar un nuevo equipo con todo ello, Bill-Bob le trajo a
Bill un vaso de leche y unas galletitas; Bill pensó que aquel líquido era un sustituto
asqueroso de la cerveza, pero se lo bebió de todas formas porque estaba muerto de
sed, mientras la tripulación de vacas pilotos espaciales le dieron una serenata de
sedantes muus.
Bill tuvo que admitir que a pesar de que todo aquello resultaba bastante aburrido, era
sin duda mejor que ser asado en la barbacoa por los indios.
Ya está, Bill anunció Elliot . Sólo espero que esto funcione.
Elliot comenzó a telegrafiar el S.O.B.* de la policía temporal.
Al cabo de pocos segundos se materializó la ayuda, aunque no de la forma
esperada.
¡Saludos, muchachos! dijo sir Dudley, la puerta temporal, al materializarse en el
puente de la nave generacional . ¡Oh, Señor... esto es realmente malo!
Lo que había ocurrido era que sir Dudley se había materializado encima de eso que,
en nombre de la pureza, podría ser definido como el anhelado tesoro de un escarabajo
pelotero.
¡Os lo mereceis! gritó Bill . ¿Se puede saber cuál era la finalidad de traernos
hasta aquí?
Trata de no ponerte furioso, querido muchacho. Incluso a los antiguos
comenzadores temporales se les permite dar pequeños faux pas de vez en cuando.
¿Podría preguntar, sin ánimo de molestar, qué están haciendo todas estas vacas en el
puente de una nave?
¡Algo mucho mejor que lo que vos habéis estado haciendo! dijo Elliot,
enfadado . ¡Supongo que el hippie de Mundoinfierno no está aquí!
Hummm, bueno, exactamente, no. Se coló hasta alrededor de 1939 en la ciudad
de Nueva York, Estados Unidos de América. Allá en la Tierra hace-mucho-destruida
antes de que fuera destruida. No sé cómo os traje hasta aquí, muchachos, pero tengo
la intención de arreglarlo. En el acto, diría yo. Y, mi querido camarada Elliot, para
recompensarle por mi pequeño error, he traído conmigo la versión más moderna de un
reloj de policía temporal de control. Viene del futuro lejano y es superior a los primeros
modelos. Trae una garantía de doce meses y un video-juego incorporado.
Lo aprecio muchísimo dijo Elliot, mientras se ajustaba el artilugio a la muñeca.
¡Tenga cuidado de no dañar a ninguna de nuestras vacas! dijo muu-Bill, que
parecía no estar ni mínimamente alarmado por la aparición de la puerta temporal
parlante.
No creo que deba preocuparse le tranquilizó Elliot.
Así pues, si fueran ustedes tan amables de entrar dijo sir Dudley , les llevaré,
caballeros, hasta el tiempo y lugares exactos a los que se dirigió el hippie para cambiar
el tiempo. Doy por supuesto que eso servirá para tranquilizar los ánimos y reparar los
anteriores errores.
Supongo que debería ser así murmuró Elliot.
*
S.O.B. (Save Our Butts): Salvad Nuestros Culos. Se traca de un juego con las supuestas siglas de la llamada de
socorro «S.O.S.» {Save Our Souls), que significa «Salvad Nuestras Almas». (N. de la T.)
Bill bebió un último sorbo de leche y siguió a Elliot Metadrina a través de la puerta
temporal hacia otro lugar del tiempo.
Muu mugieron las vacas de la nave espacial y volvieron a comer hierba, rumiar
y a producir desechos alimenticios.
En fin dijo muu-Bob . De vuelta al trabajo, ¿eh, Bill?
Ah... sí, Bob. Y luego podremos ir a leer nuestros cómics de porno duro.
¿Podremos, Otto?
Un hombre que llevaba un uniforme militar nazi y una cabellera larga y suelta salió
del armario en el que había estado escondido.
Hummm. Sí. ¡Entre tanto, parece que tendré que hacer un viajecito hacia el
pasado!
¡Siegheil! dijeron las vacas nazis clandestinas . ¡Siegheil!
Nueva York al cuadrado, alll es donde estamos dijo Elliot, bizqueando al mirar la
esfera de referencia cruzada del mapa indicador direccional de su nuevo reloj de policía
temporal de control.
¿Qué clase de jodido nombre es ése? preguntó Bill, en tono burlón.
No tengo ni idea... pero eso es lo que dice aquí. «New York, New York.»* A lo
mejor les gustaba tanto la ciudad que la bautizaron dos veces.
A pesar de que Bill no era del tipo cosmopolita, había visto una buena cantidad de
ciudades de todo el Imperio. Ciudades alienígenas, humanas, y aquellas que no eran
del todo ninguna de las dos cosas. Había visto ciudades; y, claro está, Helior, la capital
galáctica por excelencia, el planeta que era todo él una ciudad.
Pero aquella «New York, New York», no se parecía a nada que Bill hubiera visto
antes.
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